Desde Latinoamérica a Alemania

El cambio y la integración

Tratar de categorizar los cambios que existen entre Latinoamérica y Alemania es algo sumamente difícil. El proceso de cambio y el así llamado “Shock Cultural” es algo muy personal y muy diverso, que se presenta en cada individuo de forma particular. Del mismo modo la diversidad de nuestro continente hace muy difícil identificar ciertos patrones o dificultades repetitivas en el proceso de cambiarse de continente y una vez viviendo en Berlin. Sin embargo hay algo se puede decir con claridad: Van a haber dificultades y se va a producir un Shock Culural. Puede que este se haga presente en la primera hora, puede que tarde un año, pero en algún momento aparecerá. Cuando esto pase, habrá que tomar la decisión de refugiarse en la cultura propia o de tratar de comprender esta cultura diferente que comienza a asomarse.

En cualquier caso, hay diferencias culturales que se presentan en las relaciones cotidianas y también en las relaciones más íntimas de amistad o de pareja. Esto es parte del proceso de integración a una nueva cultura, que, en el caso de Berlín, no es solo la cultura alemana, aunque tenga mucho de ella, sino que, de la cultura berlinesa, que es algo muy especial y diversa. Debido a estas diferencias es siempre el primer sentimiento en la ciudad el sentirse como un “Outsider”, como si uno se encontrara de visita en la casa de alguien que conocemos poco y tendemos a tener mucho cuidado en el modo de comportarnos. No todos se sienten así al principio, pero si una gran mayoría. Con el tiempo este sentimiento desaparece, siempre y cuando se produce el proceso de integración.

El proceso de integración tiene un aspecto fundamental que tiene relación en gran parte con el idioma. La integración en el país nunca se produce plenamente cuando no se habla la lengua materna del lugar, por mucho que el inglés nos permita comunicarnos en la mayoría de las situaciones y el español en muchas. Para aprender bien el idioma hay que necesariamente relacionarse con personas que lo hablen fluidamente, es decir, con otros alemanes o extranjeros con ya tiempo en la ciudad. Esto lleva necesariamente a construir relaciones interpersonales con aquellos que son locales, sus costumbres y, en resumen, su cultura. Esta no es la cultura de la ciudad, sino una pequeña porción de ella, de la que se va construyendo una idea en la medida que más relaciones interpersonales se desarrollan y claro, mientras más íntimas son estas relaciones, más rápido es este proceso.

Un error que cometen muchos nuevos residentes de la ciudad, precisamente por este sentimiento de Outsider, es buscar el refugio de los suyos. Los que tienen su misma cultura, los que ya llevan tiempo en la ciudad, donde uno puede sentirse un poco como en casa. No es que esto sea algo malo, sino que cuando efectivamente se convierte en un refugio y se tratan de evitar contactos con alemanes o el idioma, a menos que sea extremadamente necesario, se crean un muro divisorio con la cultura local, no se aprende el idioma y nunca se termina comprendiendo la cultura. Es decir, el proceso de integración no se produce. Esto lleva a la larga a jamás sentirse como en casa, a nunca superar este sentimiento de Outsider y a una serie de frustraciones en la vida cotidiana.

La comunicación es un aspecto fundamental de la cultura y cuando se aprende el idioma del país, se entiende en gran parte también la cultura, al mismo tiempo que se aprecian las diferencias con la propia. El proceso de integración no significa renunciar a la cultura propia, que por lo demás no es algo estático e inamovible, sino que es algo dinámico y diverso. El proceso de integración significa comprender la cultura local, no solo el aspecto superficial que se observa en las relaciones cotidianas, sino en lo profundo de las relaciones más íntimas, ya sean de amistad o de pareja.

De la confrontación de la propia cultura con la cultura del país donde uno se encuentra - cuando esta se conoce y comprende realmente - nace una cultura nueva, que no es ni la una, ni la otra, es algo realmente nuevo, pero integrador de ambas. Cuando esta confrontación comienza en el ámbito más profundo de las relaciones humanas, solo ahí comienza el proceso de integración, que va inevitablemente acompañado de un proceso de crecimiento propio, que cada quien experimenta a su propia manera.

Este proceso es fundamental para sentirse realmente bien y para construir un hogar que se extiende de los muros de mi casa o mi departamento, para moverse por la ciudad sin pensar que uno está de visita, para finalmente sentirse como en casa. Esto es a mi parecer uno de los aspectos fundamentales para construir un hogar en un país extranjero y que esta experiencia sea algo realmente agradable. El proceso de integración es algo intenso, que además demanda mucha perseverancia y fuerza de voluntad. Sin embargo, lo más importante de señalar es que, al igual que para aprender un idioma, para integrarse y construir relaciones humanas significativas en un país extraño, para que este deje de ser extraño y llegue a ser un hogar, lo más importante es ¡SUPERAR EL MIEDO!